La palabra Savasana se compone de dos partes: sava que significa cadáver y asana que significa estar en la postura
Savasana es la asana o postura que adoptamos habitualmente para cerrar la práctica de yoga. Parece una postura fácil y asequible a primera vista pero si profundizamos en lo que se busca en esta postura de yoga veremos que de simple no tiene nada.
En el ámbito corporal, permite relajar todo el cuerpo al máximo, siempre que nos centramos y ponemos atención a todos los detalles. No es sólo estirarse y dormir, sino que hay que poner atención a la disposición del cuerpo: las manos deben mirar hacia arriba, rotando los hombros y abriendo el pecho, abandonar el peso del cuerpo en el suelo sin que haya zonas tensas, siempre buscando la relajación de la musculatura más profunda, no sólo la superficial, esta es la primera dificultad de la savasana.
En el ámbito fisiológico, el sistema nervioso se calma y se relaja, permitiendo que la sensación global sea más profunda y calmar las emociones. Y aquí viene la otra dificultad de savasana: no dormirse, tenemos que conseguir un estado de relajación pero manteniéndonos conscientes y conectados en el presente, en un estado de observación. Si te quedas dormido no pasa nada, ¡tal vez es lo que tu cuerpo necesitaba!
Dejar la mente despierta, pero sin activarse es otra dificultad, es un momento de quietud en la que el cuerpo no hace esfuerzos y nos abandonamos, es muy fácil que la mente fabrique ideas e intente escaparse con pensamientos. Como en todas las asanas de yoga, necesitamos práctica, no hablamos de postura sino de la actitud.
El cuerpo relajado en total inmovilidad, la mente reducida al mínimo pero manteniéndose en vigilia. Sólo existe el instante presente. ¿Te parece fácil o difícil?
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