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Indra Devi: la primera dama del yoga

Mujeres importantes las ha habido, las hay y las habrá siempre; en todos los sectores. Desde la científica Marie Curie (1867 – 1934) hasta la escritora Virginia Woolf (1882 – 1941), sin olvidar a la pintora Frida Khalo (1907 – 1954) oa la diseñadora Coco Chanel (1883 – 1971). En todos los campos hay mujeres relevantes, que merecen recordar su historia. El yoga no es una excepción: también es la cuna de muchas mujeres históricas. Entre ellas, Indra Devi, la primera alumna del gran maestro T. Krishnamacharya e importante difusora de la filosofía y la práctica del yoga en Occidente.

 

¿Quién es Indra Devi?

Indra Devi nació en Riga, Letonia, en 1899 y es conocida como la primera dama del yoga en América. Conoció a Jiddu Krishnamurti -un conocido pensador y orador en materia filosófica y espiritual- en 1926 en una de sus charlas en Holanda. Esto «le cambió la vida» aseguraba, años después, Devi.

Sin embargo, Indra Devi no nació con ese nombre: su historia es mucho más compleja. De madre perteneciente a la nobleza rusa y de padre sueco, Indra nació con el nombre de Eugenie Peterson. Desde pequeña ya se sentía atraída por la India, por su cultura y su espiritualidad.

En 1920, durante la guerra civil, ella y su madre se marcharon de Rusia hacia Alemania, donde Eugenie entró a formar parte de un famoso teatro ruso. Gracias a su gran éxito, pudo visitar a la mayoría de las ciudades europeas. Sin embargo, no fue hasta 1927 que Eugenie hizo realidad su sueño de conocer a la India. Vivió allí doce años, y para ocultar sus raíces bálticas, decidió cambiarse el nombre. Es en ese momento que adopta Indra Devi, un nombre que suena indio y espiritual, como ella deseaba.

 

El primer contacto con el yoga

Años más tarde, alrededor de 1933, un médico le diagnosticó insuficiencia cardíaca a quien sufrió los dolores durante 4 años seguidos. Los tratamientos prescritos no le ayudaban, y decidió acudir al gurú Sri Tirumalai Krishnamacharya, empezar un curso de yoga para recuperarse y adoptar un estilo de vida saludable. El gurú se negó rotundamente, porque “el yoga era únicamente para hombres indios”.

Maharaja de Mysore, el rey de esa época intercedió, y finalmente Indra Devi logró ser alumna del gran maestro Krishnamacharya. Ella tuvo que cumplir con unas dietas estrictas, que prohibían cualquier alimento muerto, hortalizas de raíz y azúcar, entre otros. Sólo podía comer lo que hubiera recibido la luz del sol.

Las cosas fueron muy complicadas para el aprendiz, pero a medida que avanzaba el tiempo, Devi empezó a notar mejoras en su organismo: su dolor era cada vez más llevadero, hasta que acabó desapareciendo.

 

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La devoción por el yoga

Desde entonces, Indra se apasionó por el yoga y dedicó toda su vida a extender las enseñanzas del maestro Krishnamacharya. Primero lo hizo en Shanghái (China), hasta que en 1947 decidió trasladarse a California y abrir un estudio de yoga, en el que acudirían famosas actrices de Hollywood como Greta Garbo, Gloria Swanson o Eva Gabor.

En los años 60, la ya reconocida maestra de yoga se trasladó a Tecate, México, donde fundó la Fundación Indra Devi, que funcionó hasta 1977 como un centro de entrenamiento y formación de profesores de yoga. Años más tarde se trasladó a Buenos Aires, donde siguió impartiendo clases de yoga hasta el 2002, año en que murió.

Los aprendizajes que nos ha dejado esta gran maestra del yoga son muchos, como su persistencia en querer ser alumna del gran maestro, sin hacer caso a la prohibición impuesta por ser mujer. Entre otras, además, Devi nos dejó estas palabras, referentes a la práctica que se convirtió en su pasión:

“La total libertad del ser humano es encontrarse consigo mismo, ser fiel, con independencia de criterio, reflexionando y siendo flexible para conseguir armonía y paz. Libertad es vivir sin barreras y el yoga es un camino hacia la libertad. Su práctica constante nos lleva a liberarnos del miedo, la angustia y la soledad.”

 

La mujer actual y el yoga

Siempre hay alguien que se encarga de correr para que el resto pueda andar. Indra Devi hizo justamente esto con el yoga. Esta práctica era únicamente para hombres, y ella hizo todo lo posible por conseguir ser alumna del gran maestro. Se convirtió en una experta, fundó su estudio y su Fundación, expandiendo sus conocimientos y acercando el yoga a todo el mundo, sin importar su sexo o género.

Actualmente hay un montón de centros de yoga que persiguen la meta de Indra Devi y que hacen lo posible para acercar el yoga a todo el mundo. Un gran ejemplo es YogaOne, que ofrece las mejores clases, cursos y talleres de la mano de los profesores y profesoras formados por todo el mundo. “El yoga de todos y para todos”, sin importar las condiciones de las personas, su edad o su sexo. De hecho, más del 80% de clientes de los más de 50 centros YogaOne son mujeres.

¿Te animas a probar el yoga en nuestros estudios?

Publicado en Yoga.

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