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CUERPO, MENTE Y ESPÍRITU

Constancia y regularidad. Lo ideal es practicar a diario. No importa si no disponemos siempre de una hora u hora y media para la práctica. Aunque sean veinte o treinta minutos, es importante dedicar un pequeño espacio de tiempo a conectar con nuestro cuerpo, con nuestra respiración y a activar nuestro flujo energético.

Horario. Se considera que la mejor hora del día para practicar es por la mañana, aunque normalmente es cuando nuestro cuerpo se encuentra más rígido.
Si nos es más cómodo, o sólo podemos disponer de cierto tiempo por la tarde, entonces escoger una hora prudente, antes que el cuerpo o la mente estén demasiado cansados para evitar el riesgo de sufrir alguna lesión, ya que nos costará más esfuerzo mantener la concentración.

Lugar. Es importante buscar un lugar adecuado, con el suelo liso y con una buena ventilación. El aire debe ser limpio pero sin corrientes de aire, ya que el contraste entre el aire exterior y el calor corporal que generamos durante la práctica podría provocar alguna contracción muscular.

Se puede practicar también al aire libre siempre que no haya demasiados elementos externos que nos distraigan o que dificulten la práctica (frío, calor, viento, radiación solar).

Igual que el sitio donde practiquemos, es importante cuidar la higiene corporal. Ducharse antes de la práctica potencia sus resultados. Es recomendable practicar con el estómago vacío (dejar pasar unas tres horas después de una comida importante) y llevar ropa cómoda que nos dé libertad de movimientos.