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CUERPO, MENTE Y ESPÍRITU

Yoga significa literalmente “unión”. Esta unión se refiere, por un lado, a la “unión con uno mismo”, es decir, a la fusión armónica e integrada de todos los niveles del ser humano, que incluyen cuerpomente y espíritu. Y, por el otro, a la unión del individuo con el Cosmos, que se refiere a la experiencia de sentirse Uno, una misma cosa, con el Todo, el Yo Soy. El Yo Soy puede recibir varios nombres: Brahman, lo absoluto, realidad última o energía, amor universal, conciencia pura, entre otros.

Esta unión entre el ser individual (Jiva) y el ser cósmico o universal (Atman) lleva a un estado superior de conciencia, llamada iluminaciónSamadhi, suprema realización, en el que se trasciende el conocimiento intelectual, la personalidad y el ego, donde cesan las fluctuaciones de la mente, y predomina el conocimiento intuitivo. A través del yoga y de su práctica se llega a la experiencia de que el ser individual y el ser Cósmico tienen la misma naturaleza y, por tanto, Atman y Brahman son una sola cosa.

Más allá de su sentido más literal, la palabra yoga también se utiliza para designar al sistema de técnicas y disciplinas físicas y psíquicas que permiten al individuo llegar a descubrir su verdadera naturaleza y experimentar esta unión con el Todo o Yo Soy.

En este sentido el yoga se considera el sistema de desarrollo y evolución personal más antiguo que se conoce. Se trata de un conocimiento universal que no propone ninguna teoría, sino una práctica de vida completa a través de la cual el individuo puede desarrollar todo su potencial, más allá de las limitaciones de su cuerpo y su mente.

El cuerpo humano se puede comparar con un coche. Cualquier automóvil, ya sea un Rolls Royce o un trasto viejo y oxidado, necesita cinco cosas para poder funcionar adecuadamente: lubricación, un sistema de refrigeración, corriente eléctrica, combustible y un conductor sentado al volante. En el yoga, las asanas o posturas, lubrican el cuerpo, conservan los músculos y las articulaciones en buen funcionamiento, tonifican los órganos internos y estimulan la circulación, sin provocar fatiga alguna. La relajación completa refresca el cuerpo, mientras que el pranayama o respiración yóguica aumenta el prana (energía vital), la corriente eléctrica. Los alimentos, en el agua y el aire que respiramos nos proporcionan el combustible. Finalmente, la meditación aquieta la mente, el conductor del cuerpo. Meditando, aprende uno a controlar y, en última instancia, a trascender el cuerpo, que es su vehículo físico. (...) Ya ven, pues, que aunque el yoga se inicia con el cuerpo, acaba por trascenderlo.

(Centro Sivananda Yoga, 1999.)

Swami Vishnu-Devananda